Síntomas de Envejecimiento

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Zoólogos de la University of Toronto han conseguido estudiar el proceso de envejecimiento de una especie particular de insectos, en su propio hábitat natural. Hasta ahora esto sólo se había conseguido en condiciones controladas de laboratorio.

Russell Bonduriansky, un estudiante de doctorado, ha estado analizando el comportamiento de una especie de mosca llamada Protopiophila litigata, y ha llegado a la conclusión de que los cambios apreciados en este comportamiento delatan el paulatino envejecimiento del insecto.

Él y Chad Brassil, del grupo de estudios sobre evolución de la universidad, trabajaron con moscas macho para ver si apreciaban en ellas síntomas de envejecimiento. El término se refiere a un deterioro de las funciones vitales del cuerpo, no al tiempo cronológico. En concreto, examinaron si la habilidad de las moscas para sobrevivir de un día para otro y la frecuencia de sus apareamientos se deterioraban con la edad.

Después de observarlas en su hábitat natural, descubrieron que, en efecto, las moscas sufren un deterioro en su vida con el paso del tiempo. A medida que se hacen cronológicamente más viejas, sus oportunidades de morir al día siguiente crecen. Al mismo tiempo, la probabilidad de apareamiento disminuye. Ambos fenómenos demuestran claramente un envejecimiento.

La importancia del estudio radica en que se ha efectuado en el hábitat habitual de las moscas. Cuando se analizan estos insectos en el laboratorio, suelen vivir mucho tiempo porque no sufren riesgos ni son amenazados por los depredadores. A pesar de todo, en un momento determinado empiezan a deteriorarse. Ahora se ha demostrado que este deterioro también se produce en su ambiente natural.

Para llegar a estas conclusiones, hubo que estudiar varios cientos de moscas Protopiophila, una especie que se cría exclusivamente en las cornamentas desechadas de alces y ciervos. Gracias a este dominio geográfico tan reducido, fue posible marcar y seguir moscas individuales a lo largo de sus vidas.

Para realizar este seguimiento, se capturaron muchos de estos insectos de apenas 2 mm de largo y se les hizo una marca sobre ellos, un código de identificación, antes de liberarlos. Era posible seguir estos códigos desde distancias de 20 ó 30 cm. A lo largo de 2 meses y medio, los investigadores crearon «biografías» de cada individuo, incluyendo su tiempo de vida y su éxito en el apareamiento.

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