Sal en Io

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Un equipo de astrónomos franceses y estadounidenses ha detectado la presencia de sal (cloruro sódico, NaCl) en la tenue atmósfera de Ío, una de las lunas de Júpiter. Es muy probable que esta sustancia proceda de las erupciones volcánicas que actúan sobre su superficie, y explica las «nubes» de sodio atómico que se habían observado alrededor del satélite desde hace casi tres décadas.

Cuando en 1979 la sonda Voyager visitó Júpiter y sus lunas, descubrió que Ío presentaba un vulcanismo activo. Además, encontró en él una tenue atmósfera de SO2. Desde 1990, las observaciones realizadas desde el telescopio IRAM en las ondas milimétricas, y las observaciones en el ultravioleta efectuadas por el telescopio espacial Hubble, han contribuido a proporcionar un mayor detalle en la descripción de dicha atmósfera.

La presión típica en la superficie es de aproximadamente 1 nanobar. Además, la atmósfera, de forma única, exhibe una fuerte variación horizontal, estando aparentemente concentrada en la banda ecuatorial. Sus contenidos principales son SO2, SO y S2. Su origen se encontraría, por un lado, en las emisiones volcánicas, y por otro, en la sublimación de los hielos de SO2 que cubren el suelo de Ío.

Pero se sospechaba desde hace tiempo que la luna podía contener oras especies químicas. En 1974, imágenes visibles y espectroscópicas revelaron una «nube» de sodio atómico, centrada más o menos en la órbita del satélite. Los astrónomos se preguntaron sobre el origen del sodio en este ambiente, que parecía ser emitido desde Ío de forma continua.

En 1999, se descubrió cloro en forma atómica e ionizada alrededor del satélite, con una abundancia comparable a la del sodio (algo sorprendente, teniendo en cuenta que la abundancia cosmoquímica del Na es 15 veces superior a la del Cl). Esto sugería un origen común, siendo el cloruro sódico el principal candidato. Al mismo tiempo, se advirtió que el NaCl podría ser un importante compuesto de los magmas volcánicos de Ío. Basándose en estas observaciones y predicciones, E. Lellouch y sus colegas iniciaron una campaña con el radiotelescopio IRAM en enero de 2002. Con él detectaron claramente dos líneas de NaCl en las frecuencias de los 143 y 234 GHz.

El modelo físico más plausible muestra a la atmósfera de NaCl como más localizada que la de SO2, debido a su corta vida (unas pocas horas como mucho), y quizá restringida a los centros volcánicos. Sólo una pequeña fracción de las moléculas de NaCl escapa de Ío (un 0,1 por ciento). Entre un 1 y un 2 por ciento deja el satélite en forma atómica, después de que la sal sea fotolizada en Na y Cl. El resto, la mayor parte de las moléculas de NaCl, cae de nuevo a la superficie, donde se condensa y podría contribuir al color blanco de algunas de las regiones visibles.

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