Mascotas Electrónicas

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La vida solitaria de algunas personas mayores podría mejorar con algo de compañía. Los animales son una buena solución, pero si ello no es posible, ¿qué alternativa hay? Los investigadores de la Purdue University están experimentando con pequeños robots, sustitutos mecánicos que pueden actuar como mascotas.

Alan Beck y Nancy Edwards son los responsables de un estudio que está analizando los efectos y el impacto que implica el uso de estos sustitutos, en especial de los cada vez más famosos perros-robot. Los científicos están midiendo parámetros tales como el grado de depresión de los ancianos, la actividad física que desarrollan, la moral y el grado de satisfacción, antes y después de que se les suministre uno de estos animales electrónicos.

Todo el mundo está de acuerdo en que una persona mayor se encuentra mejor si se muestra activa, es estimulada o se la invita a hacer cosas distintas. El reto proviene de cómo promover esto, sobre todo en personas que viven socialmente aisladas. Los perros robóticos podrían ser la solución.

El perro, llamado AIBO («compañero», en japonés) tiene un tamaño reducido. Fue diseñado por ingenieros japoneses como juguete, pero parece que sus aplicaciones son diversas. Durante el próximo año, Beck y Edwards dirigirán un experimento durante el cual personas de más de 65 años y que viven solas recibirán uno de estos animales mecánicos durante seis semanas. Con anterioridad, los voluntarios serán examinados durante seis semanas más, para que puedan hacerse comparativas sobre los resultados.

Los AIBO responden a ciertas órdenes, ladran y también juegan. Tienen definitivamente algunas ventajas sobre sus congéneres de carne y hueso, sobre todo para la gente mayor, que no pueden sacarlos a pasear. En ocasiones, su posesión está prohibida o implica un mayor gasto a final de mes. Los AIBO, por su puesto, no tienen que hacer ejercicio ni comen ni se molestan si no se les hace caso. Si bien no pretenden sustituir a los seres vivos, sí pueden ser de gran ayuda para determinadas personas.

A primera vista, podría parecer que un ingenio de metal y plástico no será bien recibido, pero Beck se ha sorprendido de la buena respuesta que han tenido entre los participantes del experimento.

Pero los AIBO son sólo un primer paso. Las mascotas mecánicas del mañana serán aún más útiles. Controlarán la presión sanguínea de sus amos, los niveles de oxígeno o su ritmo cardíaco. Quizá algún día realizarán incluso juegos que estimulen la mente de sus dueños.

Beck y Gail Melson realizaron un experimento semejante este pasado verano, esta vez con niños de entre 7 y 14 años, de nuevo con resultados alentadores.

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