El Jaguar Posa Para la Cámara

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Los zoólogos utilizan cámaras que actúan de forma automática, sin presencia humana, para obtener extraordinarias imágenes de los animales salvajes. Marcella Kelly, de la Virginia Tech, ha observado con este método los jaguares de la reserva forestal de Chiquibul, en Belice.

El nombre «jaguar» procede de la denominación otorgada por los indios Tupi-Guarani del Amazonas a uno de los felinos más hermosos del mundo. En su lengua, «yaguara» quiere decir «bestia que mata a su presa de un salto».

Kelly utiliza cámaras infrarrojas que se activan remotamente para fotografiar estos animales. Gracias a que los jaguares tienen patrones de manchas distintos, pueden ser identificados. Se recopila así una historia de «capturas» para cada uno de ellos, información que ayudará a conocer la densidad de su población en las selvas tropicales.

La tecnología empleada es muy útil, sobre todo cuando se está tratando con especies en peligro de extinción y tan esquivas como el jaguar. Cada día, Kelly y su equipo avanzan a través de la selva para instalar cámaras en zonas apropiadas. Los aparatos funcionan mejor si se encuentran bajo copas de árboles, porque cualquier perturbación térmica o física puede provocar su activación errónea.

Los jaguares parecen tener curiosidad por el flash de las cámaras. En algunos momentos se les puede ver mirando hacia ellas. Kelly las coloca de dos en dos cada 3 km cuadrados, lo que permite hacer seguimientos del comportamiento de los felinos. Muchos retornan a una misma posición y son fotografiados en múltiples ocasiones.

Las zarigüeyas, por su parte, son un engorro constante, ya que arrancan los cables de las cámaras o provocan que funcionen. En África, sistemas similares han tenido problemas con los elefantes, que pueden llegar a aplastarlas.

Es importante investigar la vida del jaguar porque son cazados ilegalmente y su número se reduce. Además, la destrucción de su hábitat ha dividido por la mitad su campo de acción. En la zona investigada, los cálculos indican una media de 8 jaguares por cada 100 millas cuadradas. En este sentido, la reserva de Chiquibul puede considerarse un buen lugar para estos animales.

El trabajo de Kelly y sus ayudantes puede ser peligroso. Cuando se cruzan con un jaguar, si no tienen armas la solución es hacer mucho ruido y parecer más grandes de lo que son realmente. Se asustan y huyen. A pesar de todo, la investigadora sólo ha visto en persona a un jaguar, aunque ha oído historias de personas acorraladas sobre un árbol por tapires y cerdos salvajes.

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