La invasión de las imágenes

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Estaba cansada de insistirles a mis alumnos: una cámara de vídeo digital es todo lo que se necesita para hacer buen cine. Lo importante es contar una historia. Pero ellos me miraban escépticos y seguían pensando que no, que sólo es cine si se filma con cámaras tradicionales en carísima película de superocho milímetros. Por eso hice esta película”. Así explicaba en 2001 la cineasta alemana Doris Dörrie el nacimiento de su última película, Sabiduría Garantizada.

Su tesis quedó demostrada: con un presupuesto escaso, con una cámara de vídeo doméstica y un equipo de producción de tres personas, se puede hacer cine. Algo que han hecho otros filmes independientes como The Blair Wicht Project. Mucha gente no tiene tantas pretensiones y se conforma con hacer vídeos domésticos. Pero cada vez son más los que recurren al mundo de la imagen para expresarse, para transmitir ideas y sentimientos y para recibirlos.

Así, por ejemplo, el ocio cada vez es más audiovisual. A la tele se suma la Red y, sobre todo, los videojuegos. Su importancia es tal que en algunos países supera a la industria de la música y no parece lejano el día en que aparezcan jugadores profesionales, patrocinados por marcas con fines publicitarios. De hecho, las primeras Ciberolimpiadas de Videojuegos se han celebrado ya este año –dos españoles, Álvaro Romero y José Corral lograron tres medallas de plata–. Y ya hay un juego que incluye las marcas de sus patrocinadores –McDonald’s e Intel, en Los Sims–.

Además, muchos nuevos teléfonos móviles vienen ya con cámara incorporada –sólo Vodafone espera tener 100.000 clientes de sus nuevos servicios con transmisión de imágenes MMS para marzo–. Y lo mismo vale para PDA y otros cacharros portátiles.

La televisión multiplica su oferta, y raro es el mes que no aparece un nuevo canal local, regional, de pago, por satélite, por cable y ¡hasta por ADSL! Los reproductores de vídeo domésticos olvidan el VHS y se hacen digitales, con disco duro. El DVD se populariza a pasos agigantados y en muchos casos se complementa con el sonido envolvente del Home Cinema.

Incluso el metro de ciudades como Madrid se llena de terminales que, en andenes y vagones, bombardean a los ciudadanos con información y vídeos. Y es que somos animales visuales. Estamos diseñados para que los estímulos que recibimos a través de la vista nos llamen poderosamente la atención y fuercen a nuestro cerebro a prestarles atención, a pensar. Un mecanismo evolutivo esencial para detectar peligro, alimento o posibilidades de reproducción. Y que ahora puede correr peligro por saturación.

INFORMÁTICA INVISIBLE.

En cualquier caso, la tendencia no va a parar y seguirá con fuerza en 2003. El nuevo lenguaje de Internet será audiovisual, algo que abre un nuevo mundo de comunicación y una gran oportunidad de negocio. Como explicaba recientemente en Madrid el profesor de la Universidad Carnegie Mellon Ramayya Krishnan, “los datos empiezan a organizarse de forma distinta, yendo más allá del texto y los documentos estructurados”.

Así, algunos centros de investigación avanzada como el Entertainment Tech Center, de la Carnegie Mellon, ya se investiga en lo que se denomina invisible computing. Es decir, el ser humano interactúa con elementos audiovisuales holográficos, sin teclado ni ratón ni equipo alguno a la vista. Se pierde así toda conciencia de lo que la tecnología es, y sólo se mantiene la experiencia audiovisual. Da igual lo que hay detrás porque ni siquiera se ve. Lo único importante es la imagen.

Ariadna

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