La curva de aprendizaje de WordPress

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Estas últimas semanas he vuelto a entrar en las aulas de La Salle Barcelona con esa mezcla de familiaridad y sorpresa que producen las rutinas que, aun repitiéndose año tras año, nunca acaban siendo iguales.

Es un gesto casi mecánico: conectar el portátil, revisar las diapositivas, comprobar que internet responde, mirar a la clase y reconocer caras que todavía no sé a dónde me llevarán. Pero este curso, mientras me preparaba para explicar lo que llevo explicando desde hace varios años (la creación de un briefing y la construcción de un sitio web con WordPress), me he dado cuenta de que algo había cambiado. No en el temario, no en WordPress, tampoco en mí. Algo en la forma en que los alumnos llegaban a la primera sesión y en cómo reaccionaban ante las tareas habituales. Fue casi imperceptible, pero estaba ahí: la curva de aprendizaje que siempre ha funcionado (al menos después de muchos años ajustándola) empezaba a no encajar.

La primera parte del módulo suele ser muy agradecida. Les pido que creen un briefing: un documento que podrían entregar a un externo para encargar el desarrollo de una web. Hasta hace unos años, esto implicaba aclarar conceptos básicos, pelearse con redacciones caóticas, ayudarles a ordenar ideas… Este curso, en cambio, ocurrió algo curioso: el briefing “volaba”. La irrupción natural de la IA, que ya venía animando a usar en ediciones anteriores, ha cambiado completamente el ritmo de trabajo. Ahora los estudiantes llegan con documentos mucho más estructurados: objetivos, estructuras de contenidos, wireframes aproximados. Algunos llegan con una propuesta que casi parece un entregable profesional. En otras ediciones, esto habría llevado semanas de refinamiento. Hoy, sucede en horas.

La diferencia no es solo cuantitativa; es sobre todo cualitativa. Antes tenía que empujar mucho para que pasaran de una idea vaga a una propuesta tangible. Ahora la IA les da un punto de partida que funciona como acelerador y como espejo. Les permite ver algo antes de haberlo entendido del todo, y a partir de ahí podemos trabajar. La conversación cambia: ya no hablamos de “qué poner”, sino de “por qué esto tiene sentido” o “qué debería ajustarse para que encaje con el proyecto”. La IA no soluciona el briefing, pero los coloca en un lugar más alto desde el que tomar decisiones más informadas. Y eso, para un profesor, es un regalo.

Pero como suele ocurrir, cuando una parte mejora mucho, empieza a dejar en evidencia a la siguiente. Y así, al llegar a la sesión dedicada a WordPress, me encontré con un pequeño choque de realidad. Ellos venían con un briefing más ambicioso que nunca, más bien armado, con expectativas claras… y WordPress, pobre WordPress, seguía siendo WordPress: amplio, flexible, lleno de posibilidades, pero no necesariamente rápido de entender para quien lo ve por primera vez. Y ahí apareció el desajuste. Los alumnos pasaban de estar empoderados por la IA a sentirse torpes frente al editor de bloques, a dudar con la estructura del menú, a pelearse con los patrones, a marearse entre ajustes que para mí son cotidianos, pero para ellos son un territorio nuevo sin mapa. Lo había visto antes, sí, pero esta vez el contraste era mucho más evidente.

Ahí me di cuenta de que quizá la culpa no era de WordPress ni de los alumnos. Quizá era mía, o más bien del orden en que presentaba las cosas. Estaba pidiéndoles que construyeran un sitio web complejo (en muchos casos, un ecommerce completo) en sus primeras seis horas de contacto real con la herramienta. Era como invitar a alguien que acaba de aprender a abrir un archivo de Photoshop a diseñar un cartel publicitario para un concierto de Coldplay. Ambicioso, sí. Realista, no tanto. Y aunque los resultados siempre acaban saliendo, el proceso es mucho más doloroso de lo que debería ser.

Fue entonces cuando volviendo a casa en la moto me surgió, casi sin buscarla, una idea sencilla: ¿y si empezamos por algo mucho más pequeño? ¿Y si la primera relación con WordPress es más parecida a escribir un diario que a montar una tienda online? ¿Y si dejamos que los estudiantes hagan primero un blog básico, sin presiones estéticas, sin exigencias técnicas, sin plugins que no entienden, sin plantillas cargadas de cosas que no necesitan? ¿Y si, por una vez, volvemos al WordPress de siempre, al WordPress “pelado”, ese que nació para escribir y que sigue funcionando maravillosamente bien?

Me imaginé la clase: abrimos un WordPress nuevo, activamos el theme por defecto, Twenty Twenty-Five, que es limpio, moderno y nada intimidante. Un tema que invita a escribir. Les pido que elijan una temática que les guste, lo que sea: cine, cocina, videojuegos, viajes, moda, gatos con sombrero, da igual. Y que escriban. Que publiquen un post. Que jueguen con los bloques. Que cambien la estructura del texto. Que inserten una imagen. Que vean cómo funciona la vista de lista, cómo se ajusta un encabezado, cómo se mueve un bloque de lugar. Que conozcan la herramienta desde la naturalidad, no desde el examen.

En mi cabeza esta escena tiene algo liberador. Porque creo que a veces olvidamos que WordPress es, ante todo, un sistema de publicación. Y que su fuerza nace de la sencillez. La complejidad viene después, no al principio. Ponerla al principio es como pedirle a alguien que aprenda a conducir empezando por circular por la Ronda de Dalt un viernes a las seis. Sobrevivirán, sí, pero la experiencia no será precisamente amable.

Entonces pensé en cómo introducir WooCommerce de una manera que no generara ese salto abismal entre “escribo un post” y “construyo una tienda online”. Y se me ha ocurrido una ficción que, si no conocieras mis aficiones, podría sonar casi real: la papiroflexia. La idea es absurda y por eso precisamente puede funcionar. Me imaginé explicándoles que hago barcos de papel (barcos, sí) y que quiero venderlos desde mi propio blog. Tres variantes: papel blanco por 1 euro, papel de color por 1,50, papel brillante por 2. No necesito más.

A partir de ahí, el flujo es sorprendentemente natural: publico un post titulado “Cómo hacer un barco de papel en tres pasos”. Es un post normal, con fotos, pequeñas explicaciones, quizá algún chiste malo sobre mareas imaginarias. Y justo en medio del contenido, como quien no quiere la cosa, inserto un bloque de producto. “Si no tienes tiempo o simplemente quieres uno ya hecho, puedes comprarlo aquí.” Y ya está. La tienda online aparece como una extensión lógica del contenido, no como un planeta aparte. WooCommerce deja de ser un monstruo de mil pestañas y se convierte en un complemento.

Esa transición suave, casi pedagógica sin serlo, me pareció la pieza que faltaba. Porque una vez que entienden el flujo básico de WordPress (publicar, editar, mover bloques, crear páginas, ajustar menús) entonces sí tiene sentido volver al briefing. Ahora el briefing deja de ser un documento teórico que describe una web imaginaria y se convierte en algo que saben cómo trasladar al editor. Saben qué es posible, qué no, qué implica cada petición. Y sobre todo, dejan de sentirse perdidos. La herramienta deja de intimidarles y el briefing se vuelve más realista porque entienden sus límites y sus posibilidades.

Imagino el cambio en la dinámica del aula. En la segunda sesión, cuando toca crear la web basada en el briefing, ya no están peleándose con la herramienta. Ya no preguntan “¿dónde se cambia la tipografía?” o “¿cómo meto esto debajo de aquello?”. En vez de eso, discutimos decisiones: “¿Tiene sentido que esta sección esté aquí?”, “¿Debería haber un CTA al principio?”, “¿La estructura responde a lo que definimos en el briefing?”. Cambia el tipo de conversación y, con ello, cambia la calidad del resultado.

En el fondo, lo que intuyo (y lo que intentaré demostrar el próximo curso) es que la curva de aprendizaje de WordPress no es tan costosa como parece. Lo que pasa es que solemos empezarla desde un punto equivocado. Les pedimos que escalen una montaña empezando en vertical. Y sí, hay alumnos que suben igual, porque siempre los hay (en el caso de ayer, David), pero también hay quienes se quedan atascados y quienes pierden la confianza demasiado pronto. Si, en cambio, empezamos en llano, caminando, reconociendo el terreno, tal vez el ascenso se vuelva casi natural.

Y mientras pienso en eso, en mis futuras reorganizaciones de clase, en cómo presentaré la historia de los barcos de papel sin que nadie piense que he perdido la cabeza, también me doy cuenta de que enseñar es siempre ajustar. Ajustar el ritmo, ajustar los ejemplos, ajustar la metodología. Hay años en los que el cambio es evidente y otros en los que basta una intuición, una conversación con los alumnos, una sesión que no fluye como esperaba. Este ha sido uno de esos años donde el cambio se anuncia. No sé si la nueva estructura será perfecta, ni si todos se enamorarán de WordPress después de escribir su primer post. Pero sí sé que necesito alinear mejor el briefing, la IA y la herramienta, porque ahora mismo avanzan a velocidades distintas.

Quizá dentro de un año vuelva a escribir otro post revisando esta idea, contando si funcionó, si hubo que ajustar de nuevo, o si acabé incorporando un módulo completo de papiroflexia aplicada al comercio electrónico. Con los alumnos nunca se sabe. A veces ellos mismos te enseñan que lo simple (publicar un post, contar algo que te gusta, jugar con un bloque) puede ser el mejor punto de partida para construir algo más complejo.

Por ahora, lo único seguro es que el próximo curso empezaremos de forma distinta. Desde la calma. Desde un blog que no necesita demostrar nada. Desde un WordPress desnudo. Y quizá, quién sabe, desde un barco de papel navegando en mitad de un artículo improvisado.

Si la curva de aprendizaje estaba mal enfocada, solo necesitábamos cambiar el ángulo. Y a veces, ese cambio empieza con una idea tan sencilla como escribir antes de vender.

Comments

Una respuesta a «La curva de aprendizaje de WordPress»

  1. Avatar de Alvaro Gómez

    Me ha gustado mucho este post, Javier. Yo también me enfrento a la situación que describes y puede ser abrumadora y un tanto descorazonadora (para ambas partes). Curiosamente yo he llegado a una conclusión muy parecida: mi objetivo para un primer taller de WordPress es simplemente crear una (o varias) entradas. Ver cómo salen en la home y que si haces click en el título o la imagen destacada, cada una tiene su URL individual. A partir de ahí construir. Saludos!

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