Año nuevo, vida nueva (esta vez sí)

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Desde hace más de dos décadas, el 1 de septiembre marca para mí el verdadero inicio de año.

Más allá del calendario tradicional, esta fecha siempre ha simbolizado el regreso a la rutina, el final del letargo veraniego y el comienzo de nuevos proyectos. Este año no es la excepción, pero sí tiene un significado especial: coincide con un lunes, lo que refuerza esa sensación de punto de partida claro. Las tiendas vuelven a abrir, los clientes retoman su actividad y todo el mundo parece regresar al ritmo habitual. Es como si el reloj se pusiera en marcha de nuevo, recordándonos que la vida sigue, pero con una energía renovada tras la pausa estival.

Lo que hace único este septiembre no es solo la organización profesional, sino los cambios personales que lo acompañan. Hace meses retomé el contacto con Karol, una persona muy importante para mí a la que conozco desde hace más de 15 años. Tras largas conversaciones, hemos decidido dar un paso adelante y comenzar juntos un nuevo capítulo. Esta decisión, cargada de ilusión y compromiso, no solo nos une a nosotros, sino que también suma a Bastian y Noah, sus dos hijos, quienes formarán parte de esta nueva vida que estamos construyendo. Este septiembre, más que nunca, representa un renacer, un recomenzar en el que familia y futuro se entrelazan de una manera emocionante.

Mientras muchos piensan en septiembre como el regreso al trabajo y al colegio, para mí es un símbolo de oportunidades. Es una página en blanco que invita a replantear prioridades, a ordenar ideas y a mirar hacia adelante con una visión más clara. Los últimos años me han enseñado que los cambios más importantes no siempre llegan en momentos esperados, y que el verdadero crecimiento se da cuando decidimos abrazar nuevas etapas. Por eso, este septiembre tiene un matiz distinto: no es solo retomar, sino construir activamente una vida diferente, con nuevos retos, aprendizajes y momentos por venir.

Esta sensación de “año nuevo” en pleno septiembre me acompaña desde 2001, pero nunca había tenido tanta fuerza como ahora. Entre el regreso a la actividad profesional, el inicio del curso escolar y la vida familiar que comienza a tomar forma, siento que este es uno de esos puntos de inflexión que marcan un antes y un después. No se trata solo de planificar metas o proyectos, sino de vivir plenamente cada día, consciente de que cada decisión construye el futuro que imaginamos. Hoy, septiembre no es solo una fecha: es el comienzo de un capítulo que llevo tiempo esperando escribir.

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