Después de la Fira de la Galeta de Camprodon, seguimos la ruta por la Garrotxa con las manos aun oliendo a mantequilla. El plan era cerrar el sábado con algo distinto, y lo encontramos: la Fira Internacional de Bruixeria de Sant Joan les Fonts. Dos mundos opuestos, lo dulce y lo místico, unidos por una misma carretera.

De galletas a brujas
El entorno no podía ser más apropiado. El Prat de les Coromines, también conocido como el Clot de l’Infern, es un espacio natural rodeado de bosque y piedra basáltica. Allí se mezclaban los sonidos de tambores, el olor a resina y las luces de los espectáculos de fuego.
El público era de todo tipo: familias con niños, curiosos, apasionados del esoterismo, y gente que simplemente quería pasar un día diferente. Había algo festivo, casi carnavalesco, pero sin perder el aire místico que da nombre a la feria.

El mercado esotérico
Pasamos la mayor parte del tiempo en el mercado del Prat de les Coromines. Decenas de puestos con amuletos, minerales, libros, hierbas y consultas de tarot. Los niños se pintaron la cara con motivos mágicos y saltaron en las camas inflables mientras nosotros curioseábamos entre piedras y aceites esenciales.
Terminamos comprando dos plantas carnívoras. Fue la adquisición estrella del día. Ahora vigilan el alféizar de casa, a la espera de su próxima víctima alada.

Actividades y talleres
La feria se organizaba en torno a los cuatro elementos —tierra, fuego, aire y agua—, cada uno con su espacio y actividades específicas. Había talleres de danza, rituales, conferencias en el Castell de Juvinyà y actuaciones nocturnas con fuego.
Cierre
Entre galletas y brujas, el fin de semana tuvo algo de conjuro familiar. Camprodon nos endulzó, Sant Joan les Fonts nos embrujó, y las plantas carnívoras cerraron el círculo con su toque de humor doméstico.
Quizá el verdadero hechizo fue ese: salir juntos, descubrir lugares nuevos y volver con historias que solo pasan cuando uno se deja llevar por la carretera.
Ya estamos pensando cuál será la próxima feria otoñal.

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